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Jueves, 11 Octubre 2018 14:06

HABLEMOS DE DOLOR

Hablemos de dolor (I)

El dolor siempre ha sido un tema que ha originado muchas discrepancias a lo largo de los años. Está definido como una experiencia angustiosa asociado con daño tisular real o potencial, con componentes sensoriales, sociales, emocionales y cognitivos, por lo que se convierte en un concepto mucho más amplio y complejo de lo que se creía.

El dolor agudo tiene una función protectora sumamente útil. Nos avisa de un peligro o amenaza, ya que está asociado a una lesión tisular, como por ejemplo, cuando tocamos un objeto punzante, el dolor que sentimos nos hace retirar inmediatamente la mano de éste para evitar hacernos daño.

Aún y así, el dolor puede perder esta función protectora, convirtiéndose en un proceso crónico, de origen multifactorial que implica una alteración de las funciones físicas, psíquicas y emocionales del individuo. Este dolor está causado porque el cerebro llega a la conclusión de que hay alguna amenaza y se necesita protección.

Para aclararnos un poco, ¿una persona puede tener dolor sin darse cuenta?

La respuesta es NO. El dolor requiere atención, y por tanto, si no te das cuenta, no hay dolor.  

Para esto hay que diferenciar entre los conceptos daño (en los tejidos) y dolor (experiencia). No hay relación entre la cantidad de daño sufrido y el dolor sentido.

Un ejemplo claro sería el dolor lumbar, uno de los dolores más comunes en la sociedad. Se ha demostrado que no hay una relación entre el estado de las estructuras y el de la sintomatología. Hay muchas personas con protusiones discales que no sufren ningún tipo de dolor. Si no hay dolor es porque el cerebro no interpreta los cambios producidos como una amenaza.

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Otro factor que afecta a la percepción del dolor es el contexto: no afectará igual una herida en el dedo para una oficinista, que trabaja directamente usando y estimulando los dedos, que para un actor, que no usará sus dedos en su día a día.

El dolor es, por tanto, una interpretación del cerebro: la construcción de una experiencia del dolor basada en muchos estímulos sensoriales, y que puede implicar o no una lesión en los tejidos. Y de la misma manera, puede haber una afectación de los tejidos y no sentir dolor.

Estímulo que el cerebro detecta como amenaza (Proceso normal de dolor):

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Estímulo que el cerebro NO detecta como amenaza (no hay dolor):

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Dolor sin ningún estímulo ya que el cerebro detecta una amenaza (dolor crónico):

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Entender la fisiología del dolor nos ayudará a cambiar el modo de pensar en él,  a reducir el significado de amenaza y ayuda en su tratamiento, sobretodo en procesos crónicos.  De éste tema hablaremos más adelante.

Butler, D. S. y Moseley, G. L. (2013). Explicando el Dolor. 2ª edición. Noigroup Publications.

Alba Gutiérrez - fisioterapeuta
tonus fisioteràpia
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